
¡TE PRESENTAMOS LOS CUENTOS GANADORES DE CADA COMUNA DE
MI BARRIO EN 100 PALABRAS!
Sin lactosa
Providencia
LEERSin lactosa
Comuna: Providencia
Anoche hice el cálculo. La cafeterÃa nueva de la plaza Las Lilas se instaló hace justo un mes. El 20 de mayo abrieron. Lo tengo anotado. Y yo todos los dÃas he pasado. Todos. Y me compro un latte grande, sin lactosa. Multiplica $2.950 por 30. ¿Cuánto da? $88.500. Eso me he gastado. Igual harto. Y no me atrevo a hablarle. Nica le digo algo. Prefiero quedarme mirando cómo me prepara el café. Te prometo que no le coqueteo. Le doy las gracias y me voy. Verlo cada mañana ha sido lejos mi mejor inversión.
Miguel Ortiz Arrieta
El trapense
Lo Barnechea
LEEREl trapense
Comuna: Lo Barnechea
El monje se acerca a los cuatro niños con las manos ocultas dentro de las mangas de la túnica. Lleva la cabeza cubierta. Unas sandalias de cuero gastado se asoman en cada paso. Al verlo, ellos dejan de jugar a la pelota. Se detiene. Contempla el paisaje, como si pudiese ver el valle y los cerros a través del edificio de las salas. El más pequeño arranca. La imagen del monje se desvanece.
Bernardita MarÃa Villalón Del Fierro
Nuevos vecinos
Macul
LEERNuevos vecinos
Comuna: Macul
Un dÃa, en el Zanjón tiraron un sillón casi nuevo, estuvo flotando por dos meses, arrastrado por la corriente cuando llovÃa. En septiembre las tórtolas armaron un nido en uno de los hoyos que se le formaron. Después apareció otro sillón, un poco más feo, junto con una mesa. Las dos sillas de plástico llegaron la semana pasada, las mordisquearon los perros que se colaron por las rejas al canal. Ayer en la mañana habÃa dos tazas y una marraqueta a medio comer sobre la mesa.
Javiera Andrea Carrasco Valledor
El Pape
La Granja
LEEREl Pape
Comuna: La Granja
Son como las tres de la mañana y no hay ni un alma en la plaza. Solo está El Pape, que a estas horas de la noche ya debe haber vendido la suya. Anda borrado, aplanando la calle, matando el tiempo, esperando que llegue la próxima ronda. Y llega. Siete cuadras más allá, pasado la cancha, explota en el cielo un fuego artificial. No es año nuevo, es la señal de que llegó lo que esperaba. Aunque para El Pape debe significar lo mismo.
Javier Andre Monroy Paulsen
Tu triste pelÃcula
Ñuñoa
LEERTu triste pelÃcula
Comuna: Ñuñoa
ParecÃas una pelÃcula de acción, un VÃctor Jara a lo James Dean, un caminante de Dublé Almeyda. Usabas negro de manera sencilla y fumabas callado por la ventana. Te perdÃas en el hielo del vaso y mirabas como si fueras parte de un guión espectacular.
Camila Moyano
Basural
Cerro Navia
LEERBasural
Comuna: Cerro Navia
En invierno las calles se convertÃan en un barrial, las pelusas corrÃan tras nuestros barquitos de papel que velozmente surcaban las negras aguas de la lodosa calle, la lluvia golpeaba sus cuerpos, mientras sus estómagos gruñÃan. La competencia llegaba a su fin cuando los navÃos se precipitaban en los hoyos del basural. Era su patio de juegos, se sumergÃan presurosos en los desperdicios buscando tesoros traÃdos por los camiones desde lugares donde sus madres trabajaban, donde los padres cortaban el pasto, donde los barriales no existÃan, menos pelusas buscando algo que les calmara el hambre.
Emilio Osvaldo Caviedes Olivares
Julio, (des)carga de domingo
Puente Alto
LEERJulio, (des)carga de domingo
Comuna: Puente Alto
Cada domingo era igual para la familia. La señora se apenaba junto a las comadres por el pobre de su hijo Julio. El padre salÃa a jugar fútbol con sus amigazos solo para olvidarse de los gastos. El mayor salÃa a trotar por temor a quedar en el mismo estado que su hermano. La menor que salÃa a la iglesia siempre le dedicaba un rezo. Mientras el Julio pasaba el dÃa en casa de sus padres, con la guata afuera mirando el televisor, con toda la salud de sus treinta, pero sin planes y ni un peso encima.
Byron Ignacio Gallardo Arcos
San Monra
San Ramón
LEERSan Monra
Comuna: San Ramón
San Monra es un gran dormitorio, un ghetto al cual se llega luego del trabajo o del estudio. Al habitar este lugar, al pernoctarlo, el sanmonranino sueña. Sueña mucho. Sueña con otros lugares, distintos, como quien sueña otra patria, donde la gente no se inunda en invierno, con los dedos gélidos cruzando Santa Rosa en carrito, ni tampoco se asa en verano, derritiendo las suelas sobre el asfalto caliente, sin ningún árbol, ni nada que pueda quitar el pie del sol contra nosotros, ni el pie de los humanos que acá no viven, pero que nos gobiernan.
Jorge Andaur RÃos
Zanjón de la Aguada
Maipú
LEERZanjón de la Aguada
Comuna: Maipú
Recuerdo que el Zanjón de la Aguada era un paseo donde te encontrabas con rocas en forma de casa, lianas de los sauces llorones, un zanjón chico y uno gigante. HabÃa lagartijas, culebras y ratones, y llegaba hasta el 14 de Pajaritos. Yo me sentÃa como un explorador. Un dÃa mi papá atrapó una culebra y la llevó adonde vivÃamos, no conocÃamos a nadie pero los niños se acercaron curiosos a mirar. La fuimos a dejar de nuevo al canal, y desde ese dÃa todos nos saludaron.
Victoria Vilches
Cinco de 14
Quilicura
LEERCinco de 14
Comuna: Quilicura
Taco a la entrada de Quilicura. Micro 307. 14 personas, todos sentados. Un pelirrojo tomando helado aparentemente de chirimoya; una pareja de enamorados al fondo; una señora dando pecho; dos escolares durmiendo, uno boquiabierto y el otro apoyado en el hombro de su amigo que duerme boquiabierto; una anciana leyendo el diario; cinco negros sentados al lado que da el sol. El chofer escucha una cumbia y canta «nunca me faltes, nunca me engañes».
Marcelo Rafael Ortiz Lara
El viudo
San JoaquÃn
LEEREl viudo
Comuna: San JoaquÃn
Me ofreció casa, cama, hasta un hijo postizo. TenÃa 75 años y llevaba cinco años viudo. A mà me conocÃa hacÃa cinco minutos. Le sonreà incrédula y volvà a mi casa.
Inés del Rosario Fernández Norambuena
Viejo chicha
La Florida
LEERViejo chicha
Comuna: La Florida
Nadie sabe cuándo llegó, ni mucho menos sus razones. Por ahà hay quien dice que lo echaron de la casa por pegarle a su señora. Otros elucubran que de chico no tenÃa papás y su abuela murió semanas antes de que lo conociéramos. Yo digo que es porque en esta esquina hay tres botis, no quiero pensar más allá. No me gusta cuando le hacen mucho el quite en la calle, si tiene las mismas mejillas rojas de mi tÃo cuando toma, y un perfume parecido pero más barato. Si lo ven denle unas monedas, se entretiene como jardinero.
Christian Javier Jáuregui Rivera
Madrugada
San José de Maipo
LEERMadrugada
Comuna: San José de Maipo
La humedad del pavimento brilla en la oscuridad. Desde mi ventana, ya en pie, con un café en la mano, los observo cuando llegan. Van y vienen de un lado a otro: overoles, guantes, gorros, de puerta en puerta avanzan por mi calle. Todos depositan las cargas plásticas en la gran bóveda. Entre la neblina percibo un ruido de correas, engranajes, un motor, las fauces metálicas devorando y triturando. Luego un tenue amanecer anuncia la llegada de la luz del dÃa. Mientras tanto, el camión de la basura se aleja lentamente, hacia la calle del rÃo.
Roberto Mallea Ayala
Cambio de tiempo no de espacio
Huechuraba
LEERCambio de tiempo no de espacio
Comuna: Huechuraba
En un principio no lo noté. Quizás no miraba donde tenÃa que mirar. Con el paso de los dÃas me di cuenta: el cerro del fondo era muy parecido al que tenÃa en la casa de mis papás, los pájaros cantaban igual, el frÃo se sentÃa igual. Fue entonces cuando me percaté de que de alguna forma al irme de la casa de mis papás en la V región, el cerro, el viento, los pájaros y todo lo demás se vino conmigo.
Justo Abel Torres Fernández
Imaginario
Padre Hurtado
LEERImaginario
Comuna: Padre Hurtado
Para él es sagrado ir a la cancha los domingos. Ella lo acompaña a regañadientes, porque sabe que al final del dÃa va a estar borracho y tendrá que volver a la casa sola, como siempre. Lo hace más que nada por el niño, para que salga un rato a tomar aire, para que se entretenga. Verlo escalar las graderÃas como si fuera una misión a la luna es suficiente para ella, que no le gusta el fútbol, pero sà el espacio.
Camila RocÃo Fuentes Reyes
Quimio
Peñalolén
LEERQuimio
Comuna: Peñalolén
Él sube siempre en el mismo paradero de Lo Hermida. Vende esos parches curitas que se despegan al minuto, transformándose en una especie de chicle desabrido. En el asiento naranjo va siempre la misma señora y compra sagradamente una tira. Conversan. Ella se llama Elsa. Es costurera. Hace unos meses se preguntaron los nombres. Todos observamos la escena. De un tiempo a esta parte se pinta las cejas con esmero y ocupa un pañuelo tipo turbante. Dice que se lo trajo su nieta de Estambul. Ayer no subió la señora Elsa, la echamos de menos. Todos compramos una tira.
Catalina Paz Cataldo Gamboa
Gastar el tiempo
Pirque
LEERGastar el tiempo
Comuna: Pirque
La pala pesa mucho con todo el barro encima. Todo el esfuerzo para tapar el hoyo de la reja, por el que podrÃa escaparse un perro, si tuviera uno. Son varias cargas para taparlo completo, hasta quedar conforme. Agua le echa a esa muralla de barro para compactarla. La riega todos los dÃas para que se siga afirmando. Le empieza a crecer musgo, también pasto. No piensa tener perro, pero tampoco deja que el barro se seque demasiado porque podrÃa trisarse. Sigue sin un perro. No deja de regarla. Unas florcitas amarillas. Ningún perro.
Guido Renato Macari Marimón
Pan de cada mes
Renca
LEERPan de cada mes
Comuna: Renca
Los primeros dÃas del mes mi madre compra de todo, uno come hasta reventar y se baña con agüita caliente. Al paso de los dÃas, cuando mi mamá llega del trabajo a las ocho, nos cuenta cómo eran las cosas en su tiempo, nos dice lo afortunados que somos de estar comiendo pan con margarina. Al llegar a fin de mes las horas se hacen eternas, mi mamá nos hace un pan con aceite y nos enseña cómo era comer en su tiempo.
MarÃa José Fuhrop Poblete
A mi hermana nadie le pega
La Pintana
LEERA mi hermana nadie le pega
Comuna: La Pintana
Más sabe el diablo por viejo que por diablo, y bien decÃa mi abuelo Calleuque el loro y al pan pan, vino vino, no se preocupe, hierba mala nunca muere, no hay mal que por bien no venga, total a la larga... todo se arregla. No sea gil mijo, no apure al ganao flaco, que a rÃo revuelto, ganancia de pescadores. Vaya, cruce la plaza y no esconda la mano si ya tiró la piedra. Y aquà estoy, son tres años y un dÃa, a lo hecho pecho, y que sea lo que dios quiera.
VÃctor Isaac Carrasco Velasquez
Mi mundo pequeño
Recoleta
LEERMi mundo pequeño
Comuna: Recoleta
Nacà en el J.J y crecà estudiando en el colegio de la cuadra mientras jugaba en la cancha de la esquina. Me casé con una mina que conocà en el Bella, y trabajé en la Vega como un chino. Trabajé y trabajé hasta perder la razón y me encerraron en el psiquiátrico, situación que me llevó a la muerte por un ataque cardÃaco. Por las dudas me llevaron al Médico Legal, a una cuadra de ahÃ, en una frÃa cama de metal. Terminé mi recorrido una cuadra más allá, en el Cementerio General.
Jaime Suil Herrera
Baile intercomunal
La Reina
LEERBaile intercomunal
Comuna: La Reina
Muy temprano partió de La Reina a la feria de Grecia con Ictinos. Entre ropa usada, libros y todo tipo de cachureos expuestos en la vereda, yacÃan unos relucientes zapatos rojos. Siguió de largo, pero luego regresó tentada. Se los probó y le quedaron perfectos. Regateó el precio y finalmente los compró en tres mil. Esa noche, con sus zapatos rojos, la linda Mireya se lució bailando sin parar en la fiesta de cumpleaños de su amiga que vivÃa en La Dehesa.
MarÃa Isabel Spoerer Varela
Prejuicios
ConchalÃ
LEERPrejuicios
Comuna: ConchalÃ
Jairo corre raudo por los pasajes de nuestra población, hay tres persiguiéndolo muy de cerca. Sabe que el Jerson y Yanira fueron pillados, pero piensa que hoy no le tocará a él. El pasaje entero expectante, mira de reojo por entre las rendijas y cortinas la persecución. Un último esfuerzo para llegar al portón y estará a salvo, solo quedan un par de pasos para ser atrapado, de repente se oye un golpe seco, todos en el pasaje contienen la respiración, a todo pulmón se escucha el grito «un, dos, tres por mà y por todos mis compañeros».
Jorge Ariel Sánchez Gronemeyer
La mujer sola
Vitacura
LEERLa mujer sola
Comuna: Vitacura
Cuando abrió los ojos se le vino encima el cerro de platos que intenta lavar desde ayer. Inhaló y acomodó su cuerpo contra el respaldo de la cama. Tengo tanto que hacer, exhaló luego, mientras buscaba el control remoto entre las sábanas. Ya no habÃa nadie en casa. Estaba sola. Aprovechó de levantarse tarde, igual que ayer, y con el apoyo de sus muletas llegó a la pequeña cocina. AllÃ, la esperaba esa amenazante torre de platos. Decidida a encender la llave y a acabar con ellos, la mujer se dio media vuelta y encendió un cigarro tras otro.
MarÃa Florencia Polanco Salinas
Desafortunada vejez
Santiago
LEERDesafortunada vejez
Comuna: Santiago
En esa callecita céntrica repleta de motos y uno que otro café, un hombre de no menos de 75 años entraba al clásico local de apuestas hÃpicas en el número 134. Con la pensión recién pagada en los bolsillos, apuesta lo poco que tiene al rocÃn por el que nadie daba un peso. Y con razón, si ni siquiera movió una pata de la partida. –Ni paÂ’ apostarlas sirven estas chauchas de mierda– exclamó en tono colérico, mientras acomodaba su sombrero encendÃa un cigarro y se marchaba al trabajo.
MartÃn Adolfo Ferrada Lora
Miss Lo Espejo bate lengua
Lo Espejo
LEERMiss Lo Espejo bate lengua
Comuna: Lo Espejo
El bazar de la Paty es un refugio de bolsillos endebles. Llegan todos, tarde o temprano. Se le toca el timbre para que salga, pero siempre se hace de rogar. Hay que buscarle conversa, hacerse el simpático para que fie. Y es que le conoce la vida a todos, por eso hago el máximo esfuerzo para pagarle en la fecha acordada. No vaya a ser cosa que la reina baje de su trono a mancharme el nombre, a mostrar el detalle de las compras sin boleta, el de las risas fingidas por pura caridad.
Christian Giovanni Muñoz Durán
Dejaron cojo al dr. Ibar
Independencia
LEERDejaron cojo al dr. Ibar
Comuna: Independencia
Todos los trabajadores del Servicio Médico Legal estábamos muy contentos por cumplir 100 años de vida y participábamos de la inauguración de la escultura del dr. Ibar, fundador de la morgue hace 100 años. Toda la prensa y funcionarios invitados estuvimos presentes en el acto. Frente a la puerta principal del Servicio poco duró la escultura, ya que la noche siguiente unos desalmados le volaron media pierna y lo dejaron cojo.
León Tchimino DÃaz
Cansados
Pudahuel
LEERCansados
Comuna: Pudahuel
Pero llegamos al grifo y olvidamos todo.
Sebastián Felipe Eguiluz Yáñez
Pájaros negros
Estación Central
LEERPájaros negros
Comuna: Estación Central
Cuando la pesca de volantines anduvo mala se nos ocurrió cazar mirlos que por la fecha anidaban en las cañerÃas de PVC que se usaban para drenar la autopista Del Sol. Amarrábamos el hilo del carrete a una de sus patas y los lanzábamos al aire para echar comisiones. Cuando perdÃamos no nos daba rabia ni pena porque al menos el ave quedaba libre. Han pasado años de aquello. Ayer soñé que todos los vecinos de la población éramos pájaros negros.
Mauricio Eduardo Sotelo Mardones
Los barcos de San Bernardo
San Bernardo
LEERLos barcos de San Bernardo
Comuna: San Bernardo
Corrimos a echar los barquitos de papel al agua de la acequia en San Bernardo. Las casas tenÃan patios que se regaban desde la acequia, por un tubo que pasaba por debajo de la muralla hasta el patio. Por ese tubo pasaban los barquitos y el que llegaba primero al fondo del patio ganaba. No era fácil, los barquitos se mojaban. Yo nunca gané, tenÃa cinco años. Cincuenta años después, andaba en un pueblo cercano a Chillán, vi una acequia de campo y me tenté, nadie me vio doblar una hoja del diario y echar al agua mi barquito.
Rafael AgustÃn San MartÃn Cuello
Margarita
San Miguel
LEERMargarita
Comuna: San Miguel
Cigarro en mano, caminaba todos los dÃas desde que salÃa el sol, preguntando a los transeúntes de Varas Mena si querÃan un masajito, si se sabÃan el nombre de alguna calle o si tenÃan gamba palÂ’ último pucho. La verdad es que nunca antes habÃa oÃdo hablar de ella, pero le dicen Margarita, supongo que es de esas flores que alguna vez fueron bellas, pero hoy están marchitas. Siempre se le escucha narrando historias ficticias, dicen que está loca. Anoche me contó que le habÃan escrito un cuento.
Javiera Paloma Román Palma
Don Gastón
Pedro Aguirre Cerda
LEERDon Gastón
Comuna: Pedro Aguirre Cerda
HabÃa que actuar con sigilo, deslizarse hacia el muro fronterizo del Liceo 101, encaramarse en la pandereta como se pudiera y susurrar «don Gastoooón». Del otro lado, llovÃan las 303, los tabletones y chocolates sueltos que don Gastón vendÃa encubierto durante el recreo. Su quiosco de lata estaba en la calle y era una mina de oro para los golosos y coleccionistas de álbumes. Nos habÃan prohibido comprarle cosas, porque caerse era un riesgo, y el liceo tenÃa quiosco. Los sábados don Gastón vendÃa helados en la feria. Era el único dÃa que podÃa comprarle algo mirándolo a la cara.
Tamara Flores Toledo
El paradero
El Bosque
LEEREl paradero
Comuna: El Bosque
Estimado alcalde: Ruego a usted reponer el paradero de la esquina avenida Padre Hurtado y la calle Alejandro Guzmán, frente a la carnicerÃa. Lo sacaron a fines de abril, y con el se llevaron aquellos abrazos y mimos que ocurrÃan a diario entre nosotros antes de que él tomara la micro 301 y se despidiera. Espero atenta a su respuesta.
Thamara Josefa RamÃrez Rubilar
Tijeras y caballos
Lo Prado
LEERTijeras y caballos
Comuna: Lo Prado
Carrerita era el peor peluquero del mundo. Mi amigo se atendió con él y le quedó la cagá en la cabeza. Salió llorando a acusarlo a su mamá. Lo esperamos por horas hasta que lo vimos llegar curao. La tÃa lo retaba pero Carrerita le bailaba un tanguito. Estaba feliz, su caballo habÃa ganado. De la nada le sacó un collar de oro. A la tÃa le brillaron los ojitos y el asunto quedó olvidado. Con los años la tÃa y Carrerita se casaron. Ahora es mi amigo quien atiende la peluquerÃa y está pendiente de los caballos.
Eduardo Marcelo Faúndez Mosquera
Los Tres Esquineros
Quinta Normal
LEERLos Tres Esquineros
Comuna: Quinta Normal
El Chuma está en la esquina, observando cada movimiento en el barrio. Esquinero por naturaleza, estatua viviente, patrimonio de Cruchaga Montt. Ve pasar a los nuevos vecinos extranjeros, lo saludan, pero no entiende nada. Se le une a la observación don VÃctor, como si necesitara refuerzos para entender los cambios y todo el movimiento del barrio en estos dÃas. Con tantos nuevos edificios, la observación es más pesada, se le van los detalles. También se les une el Lucho. Es mucha pega, mucho que comentar. El equipo está completo. Ahora solo esperan que pase algo, como todos los dÃas.
Rafael Orlando Devia Retamal
El mall
Cerrillos
LEEREl mall
Comuna: Cerrillos
La flaca tiene 18 años y lleva como 11 meses trabajando en Paris del Plaza Oeste porque se las dio de sabática. Desde Padre Hurtado a las 13:45 hasta Cerillos a las 14:30 en la micro morá cinco dÃas por semana. Jamás pensó que iba a estar rodeada de viejas buenas palÂ’ cahuÃn. Jamás pensó que su jefa iba a dejar que le dijera tÃa. Jamás pensó que iba a terminar siendo amiga de una loca de 30 y otra loca de 37. La buena onda se pega más que la vejez. Y la ropa no se ordena sola.
Fernanda Jacqueline Salvatierra Guajardo
La cisterna en el arroyo
La Cisterna
LEERLa cisterna en el arroyo
Comuna: La Cisterna
«Llegamos acá y no habÃa nada en el sitio. La casa la construyó tu abuelo. ¡Hizo todo menos el piso! ¡Era de pura tierra!», exclamó mi abuelita. Y mientras hacÃa una pausa y miraba el techo añadió: «Lo que más me gustaba de aquÃ, era que el fin de semana Ãbamos al arroyo que pasaba por el 20, nos mojábamos las patitas, ¡era clarita el agua! y nos quitaba el calor». «¿Dónde quedaba ese arroyo?», pregunté. «Quedaba allá en Fernández Albano, donde está ese pozo falso, porque ahora no corre agua, ¡corren puros autos!». ReÃmos juntas.
Solange del Pilar Reyes Vera
Las últimas hojas
Las Condes
LEERLas últimas hojas
Comuna: Las Condes
Lleva horas en un banco de la plaza Perú, bajo la escasa sombra de un árbol al final del otoño. No recuerda cómo llegó, ni dónde regresar. Solo espera una señal que ilumine la oscuridad de su memoria. Desde la esquina, una mujer se acerca, lo saluda animosamente. Buenas tardes don Jaime, dice. El anciano intenta responder, pero no le sale palabra. La mujer se aleja, llevándose información preciada. Deberá seguir esperando otra oportunidad. Un soplo de viento deja caer las últimas hojas del árbol. El invierno está a punto de comenzar, piensa.
Gustavo José Lozano